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Retrato de Juan de Pareja, Velázquez, 1650, Metropolitan Museum of Art, NY
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Diego Rodríguez de Silva y Velázquez
tuvo varios ayudantes a lo largo de su vida, pero poca gente sabe que
el genio sevillano contaba con un esclavo entre esos asistentes
(figura envuelta de misterio, y lo poco que se sabe de él es a
través de un relato del pintor y tratadista de pintura cordobés del
siglo XVIII Antonio Palomino). Su nombre, Juan de Pareja, nacido
hacia 1610, antequerano de origen musulmán, “de generación
mestiza y de color extraño”, esclavo de condición por las
vicisitudes de la vida. Esta costumbre de tener esclavos como
ayudantes estaba, al parecer, extendida en Sevilla entre los
pintores, pues Francisco Pacheco, maestro y suegro de Velázquez,
tenía un turco que le ayudaba, Alonso Cano vendió un siervo negro
llamado Francisco, mientras que Murillo tuvo al menos dos de los que
se conservan testimonios, Juan de Santiago, a quien liberó, y
Sebastián Gómez, que acabaría siendo su discípulo. El siervo
ayudaba al artista universal en las tareas de moler los colores y
preparar los lienzos, sin que el maestro, en razón de la "dignidad
del arte", le permitiese ocuparse nunca en cuestiones de pintura
o dibujo. Incluso le sirvió de modelo para uno de sus más
magníficos lienzos, “Retrato de Juan de Pareja”, conservado en
el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (The MET). Velázquez
retrata a Juan de Pareja de medio perfil y con la cabeza ligeramente
girada hacia el espectador, al que mira con fijeza. Viste con
elegancia capa y valona con encajes de Flandes.
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Retrato de Antonio Palomino, J. Bautista Simó, 1726, Colección particular
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La luz incide
directamente sobre la frente y se difunde con brillos broncíneos por
la tez morena. La figura se recorta nítidamente sobre el fondo
neutro a pesar de su reducida gama cromática, en la que dominan los
verdes de distintas intensidades. El gesto es altivo y seguro. La
mirada ladeada refleja, especialmente, ese carácter altivo, desafiante y serio.
Como ya ocurría en sus retratos de bufones y enanos, el artista era
capaz de dotar de dignidad a los personajes que, por su profesión o
condición, carecían de ella en la consideración social.
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Retrato de Caballero de la Orden de Santiago, Juan de Pareja, circa 1660, Museo del Hermitage, San Petersburgo
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Retrato de monje, Juan de Pareja, circa 1660, Museo del Hermitage, San Petersburgo
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Tanto
tiempo pasó ayudando a Velázquez, que al final el esclavo morisco
empezó a pintar, siempre a escondidas de su dueño, pues no era bien
visto y nunca se atrevió a mostrarle sus creaciones a su amo y
maestro por no contrariarle. En el relato de Palomino consta que fue
en una visita del rey Felipe IV al taller de Velázquez, cuando de
Pareja se envalentonó y decidió mostrarle uno de sus cuadros al rey
mientras le suplicaba que “le amparase para con su amo, sin cuyo
consentimiento había aprendido el arte, y hecho de su mano aquella
pintura”. Según afirma Palomino, el Rey Planeta ordenó a
Velázquez que lo liberase inmediatamente afirmando que “quien
tiene esta habilidad, no puede ser esclavo “. Ofensiva, triste y
desgarradora es la idea preconcebida de que las personas
esclavizadas carecían de cualquier tipo de “habilidad”. Sería
en 1650, en un viaje a Roma, cuando su amo otorgó la carta de
libertad a Juan de Pareja, efectiva a los cuatro años a condición
de que en ese tiempo no huyese ni cometiese actos criminales. En el
documento por el que le otorgaba carta de libertad, Velázquez
declaraba estar en posesión de un cautivo, “vulgo dicto per
schiavo”, llamado “Ioannem de Parecha, filium quondam alterius
Ioannis de Parecha de Antechera Malaghen dioc., cuius operam et
servitium ipse Ioannes sibi bene et fideliter praestitit”. Sería
además en este viaje, cuando Velázquez pintó el famoso retrato de
Juan de Pareja que hoy se conserva en Nueva York.
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La Huida a Egipto, Juan de Pareja, 1658, Ringling Museum, Saratosa, Florida
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El
primer cuadro atribuido a Juan de Pareja (su obra pictórica rondaría
la treintena de lienzos) es "La Huida a Egipto" de 1658, actualmente
expuesto en el John and Mable Ringling Museum of Art. Así mismo,
encontramos dos obras suyas en el Museo del Prado: "El Bautismo de
Cristo" y "La vocación de San Mateo", de 1661, donde se representa el
momento en que Jesucristo animó al publicano (recaudador de
impuestos) Mateo, a que lo siguiera y pasara a ser uno de sus
discípulos. En este último lienzo, Juan de Pareja se autoretrata,
apareciendo de pie en el lado izquierdo del cuadro en una pose
similar a la que aparecía en el retrato velazqueño. Incluyó aquí
su autorretrato entre los asistentes a la escena llevando un papel
con su firma que serviría para identificarle. Curiosamente, en este
retrato que hace de sí mismo, se presenta con los rasgos más
afilados y el color de la piel más claro, marcando así una
diferencia en relación al retrato que le hace Velázquez.
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El Bautismo de Cristo, Juan de Pareja, circa 1660, Museo del Prado
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La Vocación de San Mateo, Juan de Pareja, 1661, Museo del Prado
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Autorretrato de Juan de Pareja, detalle de La Vocación de San Mateo, Museo del Prado
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Otra
de sus obras más conocidas es el "Retrato de José Ratés" que data de
entre 1665 y 1670 y se encuentra en el Museu de Belles Arts de
València. Sobre esta obra Palomino escribió que Pareja “tuvo
singularísima habilidad para retratos, de los cuales yo he visto
algunos muy excelentes, como el de José Ratés en que se conoce
totalmente la manera de Velázquez, de suerte, que muchos lo juzgan
suyo”. Esta afirmación lleva a pensar que es bastante probable que
algunas de las obras pintadas por Juan de Pareja hayan sido
atribuidas a otros pintores.
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Retrato de José Ratés, Juan de Pareja, circa 1665, Museu de Belles Arts de València
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Juan
de Pareja ejercería su oficio como pintor independiente hasta su
muerte en Madrid en 1670, convirtiéndose en otra de las figuras
desconocidas de la historia de la pintura española, olvidado de los
libros de texto, como la mayoría de las contribuciones artísticas
realizadas por mujeres. Curiosamente su figura sería recordada y
homenajeada en 1960, con su particular estilo y forma de expresión,
por el genio del surrealismo Salvador Dalí en su obra "Portrait of
Juan de Pareja, the Assistant of Velázquez" ("Retrato de Juan de
Pareja, el ayudante de Velázquez reparando una cuerda de su
mandolina") conservado en el The Minneapolis Institute of Arts. Pocos reconocimientos para un artista tan
brillante "pues el ingenio, habilidad y honrados pensamientos son
patrimonio del alma; y las almas son de un color…"
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Portrait of Juan de Pareja, the Assistant of Velázquez, Dalí, 1960 © Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, Figueres, 2014 Photo © The
Minneapolis Institute of Arts
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