lunes, 30 de marzo de 2020

La FACHADA ILUSTRADA de la CASA de la PANADERÍA

Cibeles, Casa de la Panadería, Plaza Mayor de Madrid
Desde que sus  formas coloridas llenaron mis retinas no dejé de preguntarme por su origen. ¿Qué simbolizaban?, ¿Desde cuándo llevaban allí? y sobre todo ¿Qué mano maestra había llegado a plasmar tal remolino de  pigmentos voluptuosos? Con el tiempo pude desvelar algunos de sus secretos y no he podido resistir contarlos aquí. Hablo del mundo mágico y onírico que inunda la fachada de La Casa de La Panadería, situada en el centro del lado norte de la Plaza Mayor de Madrid.
 
Casa de la Panadería. Plaza Mayor de Madrid.
Dicha Casa de la Panadería fue levantada durante la construcción de la misma Plaza Mayor, allá por 1619, aunque sufrió varias remodelaciones y redecoraciones pictóricas, como las de Luis González Velázquez a finales del siglo XVIII y las de Enrique Guijo que en 1914 reeemplazaron a aquellas, debido a los numerosos incendios allí ocurridos. Su nombre proviene del uso que se daba a sus bajos. Éstos albergaron durante mucho tiempo la tahona principal de la Villa pasando a usarse con los siglos como despachos del Peso Real y del Fiel Contraste, sede de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Real Academia de la Historia, segunda Casa Consistorial de la Villa, sede de la Biblioteca y del Archivo Municipal, Centro Cultural Mesonero Romanos... Hoy ocupan sus dependencias la Dirección de Turismo, encontrándose en su planta inferior, en el Salón de Columnas, uno de los más modernos centros turísticos del país, el Centro de Turismo Plaza Mayor de Madrid.

Detalle de fachada. Casa de la Panadería

Detalle de la segunda planta
La historia que nos ocupa nos lleva a 1988, año en que el Ayuntamiento de Madrid abrió un concurso restringido para renovar el aspecto de la fachada de La Casa de la Panadería, debido al gran deterioro de las pinturas de 1914 y de cara a la capitalidad madrileña del año 1992 como Ciudad de la Cultura Europea. A tal concurso concurrieron los geniales Guillermo Pérez Villalta, Sigfrido Martín Begué y Carlos Franco,resultando vencedor este último con un proyecto basado en personajes mitológicos como Cibeles, Cupido, Proserpina, o Baco así como otros inventados por el pintor y relacionados con la historia de Madrid y su Plaza Mayor.
 
El artista Carlos Franco (Madrid, 1951-)

El artista conformó un equipo con otros ocho pintores y dibujantes dando comienzo a un proceso de trabajo que les sumergiría durante meses en modos, maneras y objetivos típicos de un artista barroco. En la decoración de dicha fachada lograron plasmar un mágico sentido de la realidad, cargada de elementos simbólicos de la mitología del mundo clásico y las culturas primitivas, logrando un perfecto maridaje entre el pasado imperial y el cosmopolitismo del presente.
 
Detalle de la segunda y tercera planta

En la creación de tan fantástico telón conviven en la primera planta, junto al dios Baco, Panaderico, con su pan bajo el brazo y un churro, o Lagunilla, un homenaje alegórico a las charcas desecadas sobre las que se edificó la plaza.

Detalle de pequeño tritón

Aparecen en la segunda planta, junto a Cupido y Cibeles, el dios Acuático, otra alegoría hídrica que recuerda a las aguas subterráneas sobre las que se asienta Madrid. También encontramos allí a la diosa de la Abundancia, representada con numerosas mamas sobre su pecho, acompañada por un oso y un madroño, una alegoría de la riqueza de la Villa.

Diosa de la Abundancia, el Oso y el Madroño

Alzando la vista hasta la tercera y última planta distinguimos seis mujeres, que representan, a un lado el amor a la noche, al saber y a la vida, y al otro, el miedo a la muerte, a la ignorancia y a la noche.

El dios Baco y un embozado goyesco

El amor y el miedo que mueven el mundo, representados en imágenes yuxtapuestas y plenas de los colores del inconsciente. No podía guardarme este secreto de Madrid. Quizá la próxima vez que paséis por la Plaza Mayor, seáis turistas o no, os detengáis a disfrutar de esta maravillosa fachada que, por desgracia, tan desapercibida pasa para muchos apurados transeúntes...



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