lunes, 13 de abril de 2020

El moderno y desaparecido HOTEL FLORIDA


Postal publicitaria del Hotel Florida. 1924
Una de mis últimas salidas como guía de rutas teatralizadas, In Love Madrid, dedicada a amores y desamores acaecidos en la Villa y Corte, me llevó a la tormentosa relación sentimental de Martha Gellhorn y Ernest Hemingway. Tal amor se fraguó en Madrid, allá por 1937, entre crónicas periodísticas, obuses y borracheras en los hoteles de la Gran Vía. Y es en este punto donde me encontré con la extraordinaria historia del moderno y desaparecido Hotel Florida.

Postal turística de Plaza del Callao donde aparece el H. Florida. 1929.
Situado en el ala sur de la Plaza de Callao, el magnífico Hotel Florida comenzó a construirse en 1922, en la semiesquina con Gran Vía (por entonces, en construcción), teniendo el privilegio de ser obra del insigne arquitecto y urbanista Antonio Palacios, "modernizador" de Madrid por, entre otros, edificios como el Palacio de Comunicaciones (Palacio de Cibeles), el Círculo de Bellas Artes o el Hospital de Jornaleros de Maudes. Sus diseños ayudaron a que Madrid sufriera una transformación de antigua Corte a una moderna Metrópoli.

Anverso y reverso, postal Publicitaria del Hotel Florida
El hotel, encargo de Velasco Florida, se inauguró un 31 de enero de 1924, siendo uno de los más grandes de la capital y como rezó la prensa ese día, "una verdadera joya de belleza y arte". El Florida, mezcla de estilos, entre neoclásico y estética neoyorquina, era un edificio de gran volumen y contundencia, en cuya fachada destacaban ventanas y pilares formando  un magnífico grupo compositivo. Según los propietarios del hotel, Manuel Morán, Justo Aedo y Francisco Aedo, respondía a las exigencias de las modernas corrientes, no faltando detalle alguno en punto a comodidad y confort. Por sus habitaciones pasaron, entre otros, Charlie Chaplin (para su viaje de incógnito a la capital), Miguel de Unamuno o Federico García Lorca (que eligió los salones de la planta baja para representar El retablillo de don Cristóbal), convirtiéndose pronto en uno de los lugares preferidos de escritores, artistas y periodistas. Allí mismo, en 1932, se celebraría un banquete en honor de Clara Campoamor, que con su oratoria parlamentaria había conseguido meses antes la implantación del sufragio femenino en nuestro país.

Postal publicitaria con fotos de las instalaciones del H. Florida. 1924.
Toda la fachada del edificio era de mármol y contaba con diez pisos, doscientas habitaciones con baño integrado, calefacción, teléfono urbano e interurbano, restaurante, bar y el café La Granja Florida, que contaba con la más moderna maquinaria traída de América, como el revolucionario dishwasher eléctrico "Crescent", que lavaba la vajilla gracias a un sistema de chorros de agua hirviendo,  o el "Autofrigor",  instalación frigorífica que permitía tanto la producción de hielo como la fabricación de helados. El local, en la planta baja del hotel, se convirtió en restaurante, confitería, mantequería y cafetería de servicio rápido. Su concepto de "barras enfrentadas" supuso una peculiar innovación en el diseño de este tipo de establecimientos en nuestra tierra.

Café La Granja Florida. 1935
En 1926 el sótano del hotel alojó una cervecería, conocida como la cueva del Florida, cuyo horario de apertura coincidía con la salida de los teatros. Sólo cuatro años después, en 1930, la cervecería se convertiría en el Florida Keller Club, salón de té y cock-tail, abierto desde mediodía hasta las diez de la noche y dotado de pista de baile, lugar de diversión popularmente conocido por la figura de una jirafa tallada en madera, a cargo del entonces dibujante José Loygorri, y que acabó convirtiéndose en estandarte y mascota del hotel.
 
 Entrada del Hotel Florida, 1924, Fuente BNE
Vista del H. Florida desde la terraza del Palacio de la Prensa, 1929
Pero sería años más tarde, durante la Guerra Civil Española, cuando el Florida cobraría importancia y popularidad sin igual al convertirse en residencia de corresponsales, escritores e intelectuales extranjeros destacados en Madrid durante su asedio por parte de las tropas fascistas. Gerda Taro (revista Vu) y Endre Ernő Friedmann (revista Regards), ambos Robert Capa, Mijaíl Koltsov ( periódico Pravda), Antoine de Saint-Exupéry (L’Intransigeant), Geoffrey Cox ( News Chronicle), el cubano Pablo de la Torriente Brau (de las revistas New Masses de Nueva York y El Machete de México), Henry Buckley (The Daily Telegraph), Ksawery Pruszynski (de la revista polaca Wiadomości Literackie) y Herbert L. Matthews (The New York Times) fueron algunos de los miembros de este grupo, que también se reunía en la vecina sede de Telefónica y en el Hotel Gran Vía (junto al bar Chicote). Además, como narré en la ruta teatralizada In Love Madrid, el hotel se convirtió en alojamiento madrileño de Ernest Hemingway y de su, por entonces, amante (y futura tercera mujer), la magnífica y talentosa escritora Martha Gellhorn. Enviada por la revista Collier's (publicación femenina estadounidense), Gellhorn habría de escribir en el Florida algunas de las mejores crónicas sobre la vida cotidiana en el Madrid sitiado y cabe reseñar que la mayor parte de la única obra de teatro escrita por Hemingway, La Quinta Columna, transcurre en la habitación 109 del mismo hotel.

Foto aérea, Plaza del Callao, Revista Nuevo Mundo, 22 de febrero de 1929
El edificio fue alcanzado durante este periodo bélico por al menos una treintena de proyectiles lanzados sin piedad desde la Casa de Campo por la artillería del bando nacional. Existen muchos testimonios de este constante ataque al Florida. Muchos sostenían que al estar a tan sólo siete manzanas del Palacio Real y su cercanía geográfica con el frente de Madrid lo puso en el punto de mira. Pero en realidad tenían un objetivo claro, causar víctimas entre el selecto personal militar enemigo que residió en el propio hotel, pues el edificio fue destinado para hospedar tanto a oficiales con permiso en descanso o convalecientes como a los pilotos extranjeros de la aviación republicana. Allí se hospedaban el general Vladimir Goriev, principal asesor soviético de Madrid y los pilotos franceses de la escuadrilla de André Malraux.
 
Plaza del Callao con el H. Florida a la derecha. Años 1930´s
Otro periodista y novelista de culto, John Dos Passos pasó también por el Florida e inmortalizó su estancia tras una mañana de bombardeos en el artículo Habitación con baño en el Hotel Florida, publicado por Esquire en enero de 1938: "Me despierto de repente con la garganta seca. Aún no es de día. Estoy acostado en una cama cómoda, en una habitación de hotel limpia y bien dispuesta, viendo el rectángulo color añil claro de la ventana. Me siento en la cama. De nuevo, el silbido agudo y creciente, el impacto estruendoso, el golpeteo de las tejas, el tintineo con el que caen los cristales rotos y los fragmentos de granito. Debe de haber caído cerca porque el hotel ha temblado". El último de esos corresponsales de guerra hospedados en el Florida sería el sudafricano O. D. Gallagher, enviado del Daily Express londinense, del que se cuenta que fue el único extranjero que esperó a las tropas fascistas en Madrid. Según él mismo contó, los soldados nacionales que lo encontraron en el edificio de Telefónica, tratando de transmitir una crónica, a punto estuvieron de fusilarlo.
 
Plaza del Callao. En primer plano el H. Florida, 1950

Plaza del Callao. Al fondo, el H. Florida y Galerias Preciados (hoy FNAC). 1955
A pesar de todo, a pesar de los daños causados en su fachada por los proyectiles, la joya de Antonio Palacios resistió y superó la contienda. Tras la guerra siguió abierto al público y vinieron años de decadencia y olvido. Sus propietarios, de conocida simpatía republicana, se vieron obligados a malvenderlo por su progresivo deterioro. En 1962, el inmueble es adquirido por el magnate, adepto al régimen franquista, Pepín Fernández, propietario de Galerías Preciados S.A., que ya contaba con un edificio justo enfrente del Florida (hoy FNAC). La expansión comercial de estos grandes almacenes impusieron la demolición del Florida en 1964 y se construye un nuevo edificio, esquina a la calle del Carmen, mazacote sombrío que albergó también Galerías Preciados hasta la absorción de la empresa por parte de El Corte Inglés.
 
Derribo del H. Florida para construcción del anexo de Galerías Preciados, 1964


Plaza del Callao, 2019
Placa conmemorativa del H. Florida, 2019
Pero pocos lamentaron la pérdida del mágico Florida, de su belleza y sus vivencias, cayendo su memoria en el limbo del olvido. Como un pequeño atisbo de su recuerdo, el Ayuntamiento de Madrid, representado por el concejal-presidente del distrito Centro, colocó el 22 de enero de 2019 una placa conmemorativa en el lugar donde estuvo el antiguo edificio, en la pared del actual Corte Inglés de Callao que da a dicha plaza. Otra tesela más del mosaico de establecimientos históricos desaparecidos de Madrid, fondas, posadas y hoteles que dieron cobijo a huéspedes venidos de tierras lejanas y cercanas y que a menudo asoman en las crónicas de viajes...

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