viernes, 20 de marzo de 2020

PLAZA de la CRUZ VERDE


Placa en azulejo de La Plaza de la Cruz Verde
En la confluencia de la Calle de la Villa, la Calle del Rollo y la empinada Calle de Segovia, deslumbra la Plaza de la Cruz Verde. Empapada de la magia del Madrid de los Austrias y un cierto aire romántico, caracterizada por sus fachadas ocres salpicadas de faroles y sus curiosas balconadas conforma un recoleto espacio que nos traslada a otros tiempos y a otras gentes, contando con ilustres vecinos como el arquitecto Ventura Rodríguez (1717- 1785) que residió en el nº1, domicilio de su suegro Sebastián de Torres, herrero de Carlos III.

Postal costumbrista de la Plaza. sg. XX
Plaza de la Cruz Verde. 1946
Preside la plaza la Fuente de Diana Cazadora. Se trata de una enorme fuente de cinco caños construida en época de Isabel II (concretamente en 1850, siendo corregidor (alcalde) de la Villa el Marqués de Santa Cruz) para suministrar de agua a los vecinos del barrio con agua proveniente del Bajo Abroñigal, afluente del Manzanares. Para su construcción se emplearon diversos materiales provenientes de otros monumentos destruidos, como la fuente de Puerta Cerrada.

Fuente de Diana Cazadora. 1864
Fuente de Diana Cazadora. Foto actual
Diseñada por el arquitecto fontanero de la Villa Martín López Aguado (1796- 1866) aparece coronada por una estatua de la diosa Diana Cazadora realizada por el florentino Ludovico Turchi (1560- 1627). Hay que decir que la fuente no fue el emplazamiento original de dicha diosa pues en 1598 estaba situada en el patio de la Casa de la Panadería. Posteriormente fue llevada a la Plaza de la Cruz Verde, donde perdió la cabeza (siendo la actual una réplica de escayola) e incluso le robaron a la diosa su arco y su aljaba repleta de flechas.

Estatua de Diana Cazadora. Véase la cabeza moderna y la ausencia de arco y aljaba
Según la tradición, el lugar ocupado hoy por la plaza era antiguamente un cerrillo donde se verificaban autos de la Inquisición, siendo uno de los diferentes puntos en los que se llevaron a cabo las ejecuciones de la Inquisición. Después de ser ahorcados los reos eran quemados, dejando un rastro de ceniza que era avistado por los vecinos. En recuerdo del último autillo allí celebrado, que habría tenido lugar en tiempos del Felipe II, se colocó una gran cruz de madera, pintada de verde, que desaparecería con el paso del tiempo. De ahí viene la aparentemente inocua denominación de la plaza.

Escena de la Inquisición. Fco. de Goya (1814- 1816)
Condenados por la Inquisición, Eugenio Lucas Velázquez, (1833-1866)
 Sin embargo, la historia trágica de esta apacible plazuela no termina aquí, pues el 6 de febrero de 1992 tuvo lugar la explosión de un coche bomba colocado por ETA que causó cinco víctimas mortales. El atentado se produjo semanas después de que la Guardia Civil y la Ertzaintza consiguieran desmantelar la red de extorsión con la que la organización se financiaba  mediante el cobro del impuesto revolucionario. El vehículo usado fue un Opel Kadett, (robado a punta de pistola en septiembre de 1991, en Zarautz), cargado con casi 50 kg de explosivos además de un surtido de tornillos, tuercas, pernos y clavos. Fue estacionado por los terroristas solo unos minutos antes del ataque en la plaza de la Cruz Verde, a 200 metros de Capitanía General, sede del Ejército de Tierra en Madrid situada en la Calle Mayor. Detonada por control remoto al paso de un transporte militar, la bomba acabó con todos sus ocupantes e hirió a siete transeúntes, causando además importantes daños en los edificios cercanos.

Imagen del atentado de ETA en Plaza de la Cruz Verde 6/2/1992
Imagen del atentado de ETA en Plaza de la Cruz Verde 6/2/1992

Portada del diario EL PAIS 7/2/1992
Éste fue el último episodio sangriento de la leyenda negra de tan plácido rincón. Esperemos que el sosiego que transmite a quien la visita no vuelva a verse truncado jamás. 

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