Foto publicitaria del ilusionista Henri Robin, 1863 |
Palacio de Cañete, c/ Mayor 69 |
Palacio de Cañete (XXXIV) Plano de Texeira, 1656 |
Avisos, Colección de Escritores Castellanos, 1892 |
Asesinato del duque de Guisa, Felix Darley, 1876 |
Retrato de un clérigo de 40 años, Velázquez, 1622 |
Auto de Fe en la Plaza Mayor, Anónimo, 1632 |
Sin embargo, al día siguiente “a las diez de la mañana, sábado, día de la Asunción de la Madre de Dios, fueron todos los alcaldes de corte con más de 200 hombres con carabinas y otras armas ofensivas y defensivas en casa del Cardenal de Toledo, y sacaron de ella a D. Antonio de Amada, llevándose presos de camino todos cuantos criados suyos hallaron. Dicen que el lunes le ajusticiarán. Todo parece entremés: cátalo muerto, cátalo vivo. Ténganos Dios de su mano, y guarde a Vm. como puede, deseo y se lo suplico”.
El agarrotado, Goya, 1778 - 1785 |
Para evitar más disturbios y posibles fugas, el peso de la
ley no tardaría en caer implacable sobre el religioso. Antes de acabar el mes,
el 22 de agosto lo condujeron al cadalso “tan galán que hombres y mujeres
lloraban como niños”. Le dieron garrote “con un artificio de hierro en una
argolla que estrechaba un tornillo” después de ver cómo eran azotados todos los
que le ayudaron a huir y murió bien y con grande valor en un abrir y cerrar de
ojos. Después de muerto le cortaron la mano, a pesar de una extraña resistencia
que hacía al cuchillo, y la dificultad de encontrar la articulación,
circunstancias que más tarde podrán interpretarse como símbolo de la desoída
inocencia del reo. La extremidad amputada fue llevada por el verdugo a la casa
del Marqués, dejándola clavada en un palo (otras versiones dicen que quedó
clavada en la misma puerta de palacio) que para este propósito estaba delante
de la puerta. Fin del primer acto.
Constitutio Criminalis Bambergensis, 1508 |
Stigmata, Alfonso Paleotti, 1616 |
A partir de ese momento, comenzaron los sucesos extraños. El
personal empleado del palacete contaba que se encendían velas y al momento se
apagaban, que escuchaban alaridos espeluznantes procedentes de las
habitaciones, que oían ruidos de muebles arrastrándose y todo tipo de
situaciones escalofriantes que podamos imaginar. Los criados del marqués
aseguraban que seguían notando su presencia, convencidos de que su espíritu
vagaba en busca de justicia pidiendo que el verdadero asesino fuera detenido.
Pero no sólo había apariciones en el palacio del marqués. Jerónimo Barrionuevo,
el 29 de Agosto de 1654, incluso refiere
“Dicen que se ha aparecido el alma de don Antonio de Amada al padre Eusebio, de
la Compañía de Jesús”. Las intenciones del difunto eran, parece ser, las de
comunicar al sacerdote que había muerto tan bien dispuesto que no había estado
en el purgatorio más que tres horas.
Grabado inglés de aparición fantasmal, 1628 |
Grabado francés de fenómenos poltergeist, sg. XIX |
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